jueves, 14 de mayo de 2009

Lo que sigue



XII


Qué curioso sentirse así... Y pensar que había olvidado aquellas palabras de mi difunta abuela, que en paz descanse. Ella siempre me decía: En algún lugar del mundo hay una doncella que aguarda por ti. Cuando la veas sabrás que es ella, pero antes no tendrás idea de dónde hallarla. Si debes recorrer todo el mundo, ¡adelante! ¡Tu corazón recibirá la recompensa!
En un instante, me imaginé bailando con ella, suavemente, una canción tan hermosa que no se puede imaginar.
¡Es ella! ¡ES ELLA! ¡Mi dulce princesa existe y la tengo ante mis ojos! Me lo dice el corazón, ¡sin duda ella es la indicada para mí como lo soy yo para ella!


XIII

Este chico se ha quedado callado… Espero no haber dicho algo inadecuado…
-Eh… Bueno, no; en realidad vine hasta aquí para ofrecerle mi más sincera disculpa por lo que hizo mi madre, fue tan… alocado. Espero pueda perdonarnos…-
Lo de la lágrima fue preocupante, pero ahora su expresión no era tan fácil de adivinar… ¿Estaba serio o enojado?
(Incómodo silencio)
-Por favor, no se sienta mal. ¿Qué puedo hacer por usted?- mi voz se oyó casi suplicante (!)
Para mi sorpresa se quitó los lentes con una mano y con la otra tomó mi derecha.
-¿Me concede esta pieza?- propuso con franca sonrisa.
-…Con gusto.- Con tal que olvide el incidente…
Caminamos, con las palmas unidas, hacia fuera. El grupo salsero había sido sucedido por una señora con vestido rosa que cantaba boleros (que típico…)
Con sonrisa suave y movimientos seguros, me posicionó para danzar, (¡jamás podría haberlo hecho por mí misma! ¡Qué inútil soy!) y luego dijo:- Dime tu nombre, por favor.- con marcado acento español.
-Eso, no es importante, ¿no?- ¿Qué? Ha de haber sido el alcohol…
-Por favor.- repitió serenamente.
-Anahí…- Definitivamente era el alcohol, y el cansancio también hizo su parte. Recuerdo que por alguna razón me sentía perfectamente a gusto allí, balanceándome (ni bailar bien podía) en brazos de un músico desconocido. Por suerte no me faltó mi balde de agua fría.
-¡Anahí!-
-¡Alejandro! ¡Qué hacés ahí!- ¡Es verdad! ¡Yo creía que estaba bailando con él!
-¿Qué? Me mandaron a buscarte. Tus padres te esperan afuera-
Mi cerebro no funcionaba a la velocidad requerida, pero…
-Estoy muy feliz por conocerte hoy.- decía el músico -Nos volveremos a ver.-
-No creo- dije mientras Alejandro me llevaba de la mano fuera de allí.
Pero pensándolo bien esa no fue una pregunta.


XIV

Ya no recuerdo el regreso a casa. Detalles como esos no se retienen en un estado soporífero como bajo el que yo estaba. Ni la preocupación ni el recelo (características principales de mi personalidad) me cabían, sólo deseaba apoyar la cabeza en la almohada.
En esas capté unas palabras de mi papá: Es igual a vos, te dije que mejor que no le dejés tomar nada raro.
¡Un momento! ¡No puedes compararme con ella así sólo por que el alcohol me hace efecto en cantidad y tiempo similares!
Por supuesto, no lo dije. Sólo me dormí…

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