sábado, 17 de noviembre de 2007

-¿Honor? ¿Qué es eso para vos?-

...


-Eh! ¿que te pasa? ¡yo soy una mujer de palabra, loco!-




II

-Pero pensé que ya conocías a los De Los Ríos, Anahí- Me dijo mi mamá mientras rallaba tomates a toda velocidad. -Los invitamos a tu fiesta de quince-
-Es que mamá, acordate que casi el 60% en esa fiesta era gente que yo no había visto en toda mi vida- repliqué yo recordando como ellos intentaron tapar mi falta de popularidad (al no poder completar los cien) invitando amigos y conocidos suyos.
-Pero es que son tan simpáticos… estoy segura que te vi bailando con el hijo-
-Me temo que me acuerdo de cada chico con el que bailé en mi fiesta de quince, mamá, perdoname-
-¡Ay, Anahí! ¡Pero no podés decir que ese chico no es un bomboncito!- exclamó ella.
Instintivamente me fijé si nadie había alcanzado a oírla; es tan poco discreta.
-Mamá, no niego que...-
-¿Y la comida?- Justo entró mi papá con su sonrisa más auténtica.
-No pierdas la paciencia, mi amor-
-Ni el apetito- acoté yo.
Él se frotó las manos ansioso y volvió a al sala de estar.
-¿Decías?- dijo mi mamá sin sacar los ojos de la futura salsa.
-Decía que me habría gustado conocerlo en otras circunstancias…
-Pero no negás que te gustó conocerlo ¿verdad?-
-No sé, creo que pudo ser mejor, es decir, mirá como estoy vestida.- Se dio vuelta y me escaneó de pies a cabeza con sus ojos castaños: Zapatillas viejas, pantalones gastados y una remera “blanca” con un dibujo de la Pantera Rosa que yo misma había realizado a mis tiernos 11 años.
-No sólo lo que traes puesto…-exclamó mi mamá con los ojos clavados en mi cabeza.
-¿Por qué? ¿Qué tengo?-
Ella rompió a reír al verme dejar la masa y salir corriendo tras un espejo.
Pensé que a lo mejor estaba ridículamente peinada, o más bien, despeinada; pero no fue así.
Por supuesto, mi pelo no era lo que yo hubiera querido para un primer encuentro con un chico tan lindo, pero tampoco nada fuera de lo común.
Volví derrotada. Mi mamá todavía se reía un poco.
-¡Qué malvada!-
-Es que quería ver hasta que punto te gusta Alejandro-
Ese nombre parecía el título de una siniestra y trágica comedia de la cual yo sería insalvablemente protagonista.
-¿De dónde sacás eso? y en última ¿Qué te importa?- Grité yo sin pensar.
Ella abrió grandes los ojos y se llevó el dedo índice a los labios.
-¡Shhhhh!-
-¡Menos charla y más ñoquis!- Mi papá volvió a la cocina y por suerte yo había vuelto a mi tarea de amasar justo a tiempo.
-¿Todo bien?- peguntó él, aparentemente percibiendo la tensión del ambiente.
-Todo bien, bomboncito- dijo mi mamá con su sonrisa más hipócrita.
“Qué poca vergüenza tienen algunos” pensé yo al recordar cómo, minutos antes, había empleado ese adjetivo en el hijo De Los Ríos.

1 comentario: