jueves, 19 de julio de 2012

un pasado


Ella pasaba siempre con los ojos subidos. Nadie pensó nunca en qué cosas traería en la mente, ni se las puso a imaginar. Ella siempre solitaria contemplaba nimiedades como hojas, como si fueran maravillosamente extrañas. Y caminaba sola. Nadie la veía; cuando al recreo salía le gustaba ir como un zombi; en el mar y los ríos sociales, a contracorriente. Nadie la tenía amarrada a la soledad. Ella la prefería. Y prefería ir bajo los lapachos a mirar las flores en el piso y arriba, y en el cielo y en el piso. Prefería bajo los lapachos canturrear cuando la gente estaba lejos. Nunca nadie se enteró de eso. Ella se daba cuenta de que no era normal. Pero también se daba cuenta de que nadie se daba cuenta. Y era libre de estar donde quisiera, y de hacer lo que quisiera, en los recreos. Aun dentro del aula. No necesitaba de ellos. Ellos nunca la veían realmente; eran completamente accesorios e irrelevantes.

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