danzo sin treguas y sin pausas. Expiro de luces a diario, con cada hora que mi cerebro deja escapar, permito que el vacío me despoje de sentidos. Huyo de las posibilidades de derretir mi corazón en una cacerolita sobre la hornalla. Tejo telas de arañas invisibles, para suspenderlas del techo de mi cuarto, ya que no creo en vírgen alguna ni en ninguna superchería. Deseo inconmensurablemente poder saber todo de todo. Me desvivo por las energías artísticas, por las vibras musicales, pictóricas y cósmicas que magullan los grilletes. Si no me concentro me floto y me pierdo por la ventana, como un pedo gástrico. Ni quién hay quien pueda culparme, desvergonzada hasta el colmo, aunque traten y traten de que quepa una pizca de vergüenza nunca lo lograrán, ni empujando con todas sus fuerzas. Pegaso indómito, guerrera furiosa, nebulosa pura, todo lo que soy fuera del aspecto tangible se revoluciona adentro adquiriendo velocidades y tonos imperceptibles, liberando sonidos, desprendiéndose de ondas y rayos ultrapúrpuras. Si intentan agarrarme me colaré entre los dedos. Si intentan detenerme me los llevaré puestos. Me siento un firework a toda velocidad. No sé cuando voy a estallar.
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