Caminamos en el desierto, el desierto se extendía. Caminar, caminar.
Arena entrando por los pies y por la piel, saturando los poros; calor abrasador, incontrolable...nocivo, peligroso.
Tu figura se desvanece frente a mi y no logro oír tu voz...me estremezco... cada vez eres menos sombra y murmullos. Te pierdo y detrás de tí me pierdo paso a paso.
La sed me consume y la vista está aún más nublada ¿Dónde estás?
Caigo sobre mis rodillas y con las manos te busco, los brazos danzan lentamente, agonizantes por el aire y golpeando el suelo...te buscan. Como un niño me muevo cada vez más absorbido por la arena, y sigo buscando.
Siento algo diferente, suave ¿eres tú? Mis manos han perdido sensibilidad, el calor las destruyó. Es algo, algo grande...ya hace mucho dejamos de hablar... ahorrar saliva es vital.
Me convencí de que eres tú. De que lo fuiste. Me quedo a tu lado.
Esperaré a que el desierto también tome mi vida.
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