viernes, 30 de septiembre de 2011

El infierno musical

Golpean con soles

Nada se acopla con nada aquí

Y de tanto animal muerto en el cementerio de
huesos filosos de mi memoria

Y de tantas monjas como cuervos que se precipitan a hurgar
entre mis piernas

La cantidad de fragmentos me desgarra

Impuro diálogo

Un proyectarse desesperado de la materia verbal

Liberada a sí misma

Naufragando en sí misma


Alejandra Pizarnik
El infierno musical (1971)

lunes, 12 de septiembre de 2011

Desierto

Caminamos en el desierto, el desierto se extendía. Caminar, caminar.
Arena entrando por los pies y por la piel, saturando los poros; calor abrasador, incontrolable...nocivo, peligroso.

Tu figura se desvanece frente a mi y no logro oír tu voz...me estremezco... cada vez eres menos sombra y murmullos. Te pierdo y detrás de tí me pierdo paso a paso.
La sed me consume y la vista está aún más nublada ¿Dónde estás?
Caigo sobre mis rodillas y con las manos te busco, los brazos danzan lentamente, agonizantes por el aire y golpeando el suelo...te buscan. Como un niño me muevo cada vez más absorbido por la arena, y sigo buscando.

Siento algo diferente, suave ¿eres tú? Mis manos han perdido sensibilidad, el calor las destruyó. Es algo, algo grande...ya hace mucho dejamos de hablar... ahorrar saliva es vital.

Me convencí de que eres tú. De que lo fuiste. Me quedo a tu lado.
Esperaré a que el desierto también tome mi vida.

Pasión

La locura se apoderó de mi cuerpo mientras el frenesí se apoderaba de nosotros. La locura tomó mi cuerpo, mientras yo tomaba el tuyo.

Éxtasis y más éxtasis. Incontenible, indomable; mi cuerpo le invita, lo seduce, lo atrae. Tu cuerpo me seduce a mí.

Sombras que se entremezclan en medio de nuestras sombras. Las luces nos escapan por pudor, pero nosotros lo perdimos. Las luces nos escapan a medida que nuestros cuerpos se persiguen.

El deseo acompaño nuestro encuentro. Una taza de café y una taza de té quedaron olvidadas sobre la mesa.
Nuestros rostros se reencontrarán en algún momento despojados de lujuria y ¿se reconocerán? Reconoceré lo que te llevaste, reconocerás lo que dejaste en mí.

Deseo, lujuria, placer... de tí, todo de tí y de mí.

Borrador

Estoy forzando palabras fuera de mi mente...estoy necesitada de las letras que llenen vacíos. Sentada en medio de letras y hermosas palabras que describen los más intensos sentimientos...letras y palabras, más letras y palabras.

El devenir de la mente al texto. Del texto al cuerpo. El estruendo de los pensamientos mezclados con los sentimientos. Miedo, dolor, decepción. Vos, yo, los demás. Los de aquí y los de allá en nuestras vidas. La indefinición y la inseguridad. La falta de forma y de ritmo.



Calmar la ansiendad



El estruendo de las teclas sonando me calma la mente. La mente vuelve al frenesí y la poesía invade mis oídos de nuevo. El huracán regresa con toda la fuerza y arrasa los pensamientos, todo se lo lleva. No devuelve, no perdona ni condena. Simplemente borra, olvida, aleja.


Dejarse llevar


La melodía de las teclas va creciendo lentamente y de repente se apodera de todo. Las palabras resuenan como gritos de libertad, de amor, de grandeza, de justicia... envuelven el ambiente que se hace cada vez más cálido, embriaga y endulza.



La despedida

Ya el cuerpo resiente tanto sentimiento acumulado. Las palabras se acumulan en el cerebro y ante la falta de espacio, de rapidez, se escapan por entre los poros, por los ojos, las manos. Escapan al eterno olvido. Escapan de ser plasmadas, condenadas a existir. Escapan mientras miles más se se siguen acumulando. La decisión entonces es desistir. Por hoy, no más.