miércoles, 25 de marzo de 2009

OFERTA 3 EN 1

Aquí va. Espero algún comentario, crítica, queja, llanto, chiste, etc.


VI

Luego de varias noches, volví sobre este asunto de quién soy, pero reflexionando en mi ahora.
Si antes mi vida no hallaba un sentido aparente, ¿lo tenía ahora?
Bueno al menos yo sabía que ahora no me daba lo mismo que me fulmine alguna bala perdida. No señor, tenía que ver a Alejandro por lo menos una vez más.
Sí, esto podía compararse con una meta o propósito, pero ante todo para mí representaba un problema, un complejo.
Sí, esta indiferencia ante la muerte ha sido desde hace un tiempo una especie de indicador de equilibrio en mi vida. Y yo no puedo estar tranquila si algo obstaculiza este equilibrio. Asuntos inconclusos, cuentas no saldadas, casos sin cerrar, perturban mi existencia.
Todo eso debe terminar.


VII


Con tanta lectura, estudio y parciales se me volaron un par de meses más. Pensaba en Alejandro como una deuda de vida, algo que no me dejaría en paz ni aun en el otro mundo. Pero más de una razón me impedía resolver este conflicto; estaba atada a un giro del destino.
Sin darme cuenta, una noche (bien profunda) tomé el directorio privado de mis padres y busqué el maldito apellido. Digo "sin darme cuenta" no sólo para justificarme, sino también por lo inconsciente del acto: en ningún momento preví las consecuencias. ¡Ja! ¡Si hasta disqué en ese mismo momento!
Sonó cuatro veces y nada. Mi organismo aceleraba sus procesos (respiratorio, cardiovascular, nervioso) y nadie contestaba mi súplica.
Corté, y en shock apreté el botón de REDIAL.
Sentía el vacío, lo palpaba, sentada en la oscuridad de mi alma, con los ojos sudorosos y las plantas de los pies dobladas.
-¿Hola?- Sentí mi corazón detenerse. -¡Hola!-
Podía ser él o el padre, ya no importaba.
El silencio cortó la voz. Yo corté el llamado.


VIII

Mi madre me ama. Mi madre me preguntó por qué tanta angustia y la mandé al carajo contestándole que era plenamente feliz. Mi madre me recomendó salir y descansar en la hierba del patio. Mi madre no tiene idea.
Desde la pasividad, las nubes parecían rápidas. Me sentí muy idiota al recordar un dibujo animado en el que un niño viajaba sentado en una nube, hasta que aprendió a volar por sí mismo. Suspiré y cerré los ojos para imaginar que volaba.
Luego me abordó la siguiente indignación: "¡Qué cosa! Yo acá sufriendo y el otro ¿qué habrá hecho con mi fotografía?"
Dejé que los días pasaran un poco, pero la tregua no duró mucho. En vista del crecimiento de mi ansiedad decidí volver a arriesgarme.
Mientras mis padres dormían su habitual siesta, empuñé el tubo y violé el directorio privado por segunda vez.
"De Los Ríos... ¡ahá!"
Tembloroso, mi índice marcó uno por uno los dígitos. Esperé el tono...
-¿Hola?- Era una voz femenina.
-Hola, buenas tardes. ¿Se encuentra Alejandro?-
-Sí. ¿De parte?-
-Anahí, una amiga-
-Momento por favor.-
Esa voz tan fría y poco chillona no podía ser la madre de Alejandro... Alejandro, maldita palabra...
-¡Hola!-
-¡¡Hola!!-
-¿Anahí?-
-Sí. ¿Alejandro?-
-No. Digo, sí.-
¡Cuanta estupidez, por Dios Santo! ¡Reíamos como un par de hienas en la sabana!
-Ah, bueno… yo… no más quería saludarte.-
-Gracias. Y a las tres de la mañana… ¿que se te ofrecía con tanta urgencia?-

miércoles, 4 de marzo de 2009

La continuación...

La irracionalidad de lo acontecido no se comparaba con el caos en la mente de los niños. Cuando sus ojos llegaron al cuerpo que yacía inerte frente a ellos intentaron, numerosas veces y en vano, reconocer a su madre. Pero entre la sangre y las magulladuras, todo lo que veían eran ojos inexpresivos, llenos de lágrimas que esperaban ser derramadas. Mientras tanto en sus cabezas resonaban los golpes, los gritos, las súplicas, el horror... el triste y profundo sonido de su alma desgarrándose.

¿Quién era el culpable? Acaso fue culpa suya por no dejar dormir a su papá? Quizás fue porque papá no pudo soportar más el haber regresado a casa con las manos vacías de nuevo; o habrá sido porque ese día mamá, cansada de recibir golpes y gritos, decidió responder y enfrentar cada una de las acusaciones de papá?

¿Qué desencadenó todo?... ¿Cómo escapar?; ¿A dónde?

Su padre, (el hombre que todavía permanecía en la habitación), no era más su padre. Ahora el representaba un peligro inminente, un peligro al que no sabían como enfrentar; al volver a tomar conciencia de su situación, al reintegrar sus mentes a la realidad el pánico volvió y tomó fuerza.