miércoles, 31 de octubre de 2007

Conciencia

Sentada en la cama, con la mirada perdida, se abandonó a las fantasías. Su mente salió del oscuro cuarto para adentrarse en la casa de la esquina, en la ventana azul. Allí, en ese fatídico lugar vio por última vez a la que alguna vez creyó su amiga; al entrar a la habitación, al igual que ese día, encontró las cartas sobre la cama y un retrato sobre la cómoda... "Maldita traidora". Nunca antes se había sentido tan burlada, burdamente engañada. Repentinamente regresó al oscuro cuarto, a la tranquila soledad, la insoportable realidad había vuelto a ser parte de ella... Ana seguía en la morgue, no había vuelta atrás... sólo le quedaba fingir, hasta la muerte.

lunes, 22 de octubre de 2007

No need

Tengo la boca plagada de medias verdades que escuche salir de tu boca; la mente llena de fantasías que cree para poder amarte... mi mente te pertenece, tus pensamientos me esclavizan.

No encuentro forma de volver a ser yo misma y la necesidad de tu voz se hace cada vez mas intensa. Tus deseos carcomen mi piel y mi voluntad se evapora junto a los deseos de libertad que, cada vez que tus ojos dejan de mirarme, me asaltan.

En que momento caí en tu trampa de amor, no lo sé y no pienso averiguarlo, estoy voluntariamente sometida, eternamente abandonada a vos... a tus manos, a tu boca, a tu ser... tu gloria es la mía, tu perdición mi desdén.

No concebiría la tediosa vida sin vos a mi lado, porque todo lo que alguna vez fui lo relegué a tu voluntad cuando te conocí... ¿Qué hiciste de mi? ¿Qué forma despiadada de amarme es esta? Acaso te he hecho tanto mal que consideraste necesario apropiarte de mi identidad... por vos no soy mujer, no soy humana, sólo soy la evenescencia de tu sombra... un cuerpo animado sin valor, una vil criminal sin poder de decisión.

domingo, 14 de octubre de 2007

... oscuros sentimientos...

Cuando su melodiosa voz resonaba en mis oidos, entendí que todo era mentira, sus palabras, dulce farsa y sus besos exquisito engaño.
Tomé sus manos entre las mias, la abrazé como si nada hubiese sucedido, le di un beso lastimero, recorrí lentamente su cuello, impregné mis sentidos con su perfume y rápidamente con mis propias manos procedí a extinguir su vida.
Hoy todos son fugaces recuerdos, divinos sueños y repetitivas pesadillas; hoy me veo completamente enajenado, secretamente emocionado... y para nada arrepentido. Sé que en unos momentos me reencontraré con ella en ese lecho que tanto placer me dió, sé que nuestra vida mortal fue sólo una preparación para la eternidad a la que siempre estuvimos destinados.